Marcell Ozuna se alista para el juego contra los Mets en abril pasado.
LUIS E. RANGEL
LRANGEL@ELNUEVOHERALD.COM
De niño Marcell Ozuna quería ser como Vladimir Guerrero.
En su natal Santo Domingo, Ozuna copiaba el swing y la actitud de su ídolo, con tal de seguir los pasos del toletero dominicano, uno de los bateadores más temibles de la década pasada.
“Me gustaba como se fajaba y como jugaba, siempre duro”, evoca Ozuna. “Siempre quise ser como él”.
Aquella idolatría logró darle frutos. El muchacho se volvió pelotero y con apenas 22 años grandeliga. Y ahora, en su primer mes en la gran carpa, se asoma como uno de los jóvenes más impresionantes en esta contienda.
“De verdad estoy contento. Me siento bien”, asegura el jardinero de los Marlins de Miami, uno de los muy pocos focos de luz en la oscuridad que ha sido esta contienda para el conjunto floridano.
Toletero derecho, Ozuna llegó a Miami el 30 de abril y desde entonces no ha dejado de ilusionar a los peces no sólo con el madero sino con el guante.
“Ha hecho un muy buen trabajo. Ha sido impresionante. Ha dado unos cuantos hits importantes para nosotros. Además me encanta verlo jugando en los jardínes porque tiene un gran brazo, sus instintos son buenos y sabe además lanzar la pelota al lugar ideal”, asegura el mánager Mike Redmond.
A la ofensiva, Ozuna ha sido esa chispa que esperaba Redmond cuando se anunció el ascenso del quisqueyano. Promedia .304 con .337 de porcentaje de embasamiento y sus números son aún mejores en las situaciones clave. De hecho, con hombres en posición anotadora batea .444.
“Sí, esperaba tener números así. Ahora la idea es que todo siga saliendo bien y me pueda quedar”, dijo Ozuna.
Nadie duda, por ahora, que el nativo de Santo Domingo no se vaya a quedar arriba. No sólo por sus números, sino también por la forma en que se está adaptando al pitcheo de las Mayores.
Amante y destructor confeso de las rectas, los lanzadores están empezando a modificarle la receta de envíos. Y después de un pasaje en el que conectó apenas cuatro hits en 27 turnos, hizo los ajustes necesarios y desde entonces hilvana una racha de ocho partidos conectando al menos un imparable.
“Hay que hacer esos ajustes. Trabajo en una rutina para enfocarme en los pitcheos quebrados y tratar de no hacerle swing a los envíos malos. Y así la idea es tomar más bases por bola y subir el promedio de embasamiento”, analiza Ozuna, cuyo porcentaje de rectas que le lanzan es de 47.5, uno de los más bajos en la gran carpa.
Y aunque Ozuna recuerda a su Guerrero con su brazo y su agresividad en el plato, el muchacho espera separarse de su ícono y labrarse su propio nombre. Una manera de hacerlo –y de forma rápida- sería atrapar el codiciado premio al Novato del Año, galardón esquivo para Guerrero.
“Tengo pocos turnos ahora, pero si sigo así claro que pudiera meterme a ser candidato al Novato del Año. Por supuesto que me gustaría ganarlo. Sería un gran logro para mí. Sé que es difícil pero no imposible”, considera.
Y semejante distinción pudiera ser el inicio de una carrera que lo convierta en ídolo para algún niño como lo fue para él Guerrero.
• Los Marlins empezarán este viernes una serie de tres juegos contra los Medias Blancas en Chicago. El lunes viajarán a Tampa Bay para enfrentar a los Rays y el miércoles ambos equipos iniciarán una serie en el Marlins Park.