viernes, 17 de mayo de 2013

El Heat de Miami agresivo en la NBA



Por Kelvin Pèrez
Basket NBA; Los Knicks de Nueva York se han ganado un juego más de vida. Los Pacers vuelven a Indiana a curar la herida y a reconstruir la fe en un triunfo que los deposite en la final de la Conferencia Este. En cualquier caso, Miami observa desde el reposo fecundo del guerrero en espera de la próxima batalla.
Ambos posibles rivales se despedazan entre sí y sueñan con medirse a los campeones creyendo realmente que poseen méritos y municiones suficientes para despojarlos del trono. Nueva York se apoya en aquellas dos victorias tan lejanas de principios de contienda y los Pacers confían en un juego físico, intenso, que busca intimidar a sus rivales. Soñar no cuesta nada. Uno lo hace desde la habilidad y el talento de la mega estrella que es Carmelo Anthony, el otro bajo la certeza de que, como colectivo alto y potente, puede pasar por encima de cualquiera.
Definitivamente, y a pesar de la ausencia de Danny Granger, estos Pacers son mejores que los del 2012, han crecido y están listos para ofrecer sangre y fuego. El coach Frank Vogel llamó a Miami el equipo “de mayores artistas dramáticos’’ y dejó entrever que los árbitros lo beneficiaban.
El dirigente de Nueva York, Mike Woodson, no se cansa de repetir que su conjunto está construido precisamente para derrotar al Heat, aunque todavía nade contra la corriente en la serie actual. Los Knicks, no cabe duda, traen otro reto complicado y una actitud de superioridad.
Pero si algo han demostrado también estas dos primeras rondas es que Miami tiene todas las cartas en su poder para defender su corona. Un breve aplauso para la gallardía de Chicago y nada más. No hay ningún equipo, al menos en el Este, que puede superar a los reyes vigentes en una serie de siete partidos. Se podrá perder algo en un camino tan largo como la postemporada. Poca cosa acaso.
Y no me hablen de entrega y esfuerzo, o de juego físico. No hay mayor muestra de coraje que la de un Dwyane Wade abandonando la acción en busca de alivio en su rodilla y luego regresando en el cuarto parcial del quinto juego contra Chicago con un poder destructivo.
No, Wade ya no será más aquel joven que penetraba a sus anchas en los primeros años de su carrera, aquel que cambiaba de velocidades y ritmos para confundir la marca y entrar al aro, pero los años le han prestado esa experiencia que nace del conocimiento del cuerpo y de cómo acopiar energías para los momentos verdaderamente importantes, esos en los cuales los juegos se deciden y los campeonatos se ganan.

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